Para Paquita, mi madre, a la que necesito hablar con poesía
Casi
treinta años de tormenta,
once
mil días,
redondeando.
Cientos
de rayos cayeron.
Y
desde tu barquita pequeña,
tu
robusta barquita,
mirabas
al Cristo del brazo roto
y
suplicabas,
pero nunca
cesaba la tormenta.
Los
primeros rayos atravesaron tus piernas,
primero
una,
irremediablemente
también la otra.
Aquellas
que echaron carreras
en
las calles empedradas de El Barco,
Aquellas
que se movieron ligeras
para
llegar a tiempo tantos años,
Aquellas
que balanceaban niños,
"aserrín,
aserrán",
Aquellas,
se congELAron.
Siguieron
tus manos,
las
que cosían,
las
que peinaban,
las
que educaban y cocinaban,
las
que agarraban manos.
De
nada sirvió rebelarse,
se congELAron.
En
algún momento
el
temporal arreció
y ese
hablar veloz de niña
que
causó furor en tus mayores,
esa
voz que regañó y que consoló
y que
tantas cosas había enseñado,
quedó
atascada entre tu garganta
y tu
lengua rígida,
también
congELAdas.
Un
día dijiste
que
un rayo se había clavado en tu cabeza.
Qué
tontería.
Pero
vimos tu frente congELAda.
Casi
treinta años de tormenta,
once
mil días,
redondeando.
Cuando
desde tu barquita pequeña,
tu
robusta barquita destartalada,
ya ni
mirabas al Cristo del brazo roto,
él al
fin te miró
y
llegó la calma.
Cariño y ternura, alientos de la belleza
ResponderEliminarEscribe… escribe con la tinta del dolor hasta que no quede ni una gota… Y luego Vive… vive por todas hasta poder ser feliz otra vez por todas… Bs
ResponderEliminarGracias por tu buen consejo, Rafa, escribir es terapéutico, desde luego. Bss
ResponderEliminarTan bello como duro y emotivo tu poema. Gracias por regalárnoslo!
ResponderEliminarSólo la poesía comunica las almas. La de quien escribe y la de quien lo lee; la de quien la vive y la de quien la inspira. Mil gracias por tus sentimientos, por tus letras, por emocionarnos. Un abrazo fuerte, fuerte.
ResponderEliminarGracias. Es un lujo y un placer tener un espacio como este donde escribir y unos compañeros como vosotros
ResponderEliminarMuy bonito y terapéutico espero Alicia. Sin duda se trasluce de tu poema el acompañamiento, el amor, la comprensión y también el sufrimiento. Sé por experiencia lo duro que es y como cuesta decir adiós por mucho que no queramos ver sufrir a nuestros seres queridos. Y a una madre es muy difícil decirle adiós.
ResponderEliminarTe mando un abrazo y te digo adiós desde este espacio en el que hemos coincidido.