Desde el torreón del castillo divisé un mundo que decían “estaba a mis pies” y me emborraché con el fervor que me aclamaba, gritando mi nombre como su reina; entonces sentí dentro de mí un escalofrío: estaba predestinada para guiarlos hasta el paraíso, hacía la libertad, y nadie iba a impedir semejante hazaña, tanto gozo. Ya no me reconocía en la joven que jugaba con mi dragón, pues a lomos de él disfrutaba lanzando llamaradas a la ciudad, arrasando todo a nuestro paso, sin quedar un ser vivo que pudiera ser un potencial enemigo. Claro que me dolía, pero estaba luchando por un mundo mejor…
-¡Despierta, despierta! ¡Me has dado un puñetazo! Menuda pesadilla has tenido, tus brazos parecían que volaban.
-¡Era tan real! Siento como si hubiese sido una premonición, como si los dioses me buscaran y hablaran desde muy lejos.
-¡Los dioses! ¡Una premonición! Estás chalada.
-¡Nadie comprende a los genios! Mi dragón y yo cabalgábamos a lomos del bien y la justicia. Espera, que te lo cuento.
-¡Dios nos libre de los genios!
No hagas ni caso Valentina, sigue cabalgando en tu mundo de sueños, porque la imaginación y la creatividad necesitan de un poquito de locura. Así que sueña, imagina y, sobre todo, escribe, así podemos disfrutarlos todos. Un abrazo.
ResponderEliminarYo,Jorah Mormont, caballero cincuentón estoy desendo tu señal para blandir mi espada y no dejar títere con cabeza...
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