Querido Robin.
Era un niño, el día que nos presentó Burt Lancaster a través de la película “El Halcón y la flecha”, recuerdo esa noche en el cine de verano, con un cucurucho de pipas en una mano y una gaseosilla de cuarto en la otra, cuando te vi, quedé sorprendido, como defendías a los humildes y eras implacable con los tiranos, viviendo en contacto con la naturaleza y dando esos saltos de barra en barra por la fachada del castillo; durante años jugaba a emular tus temerarias acciones, junto a mis primos nos construimos una cabaña en los árboles y siempre luchábamos contra el rey déspota que tenía a sus súbditos aterrados y sumidos en la más terrible precariedad.
Según pasaban los años tú eras el mismo, distintos actores, mismo conflicto; tu ejemplo me hizo ir siempre con los indios y tener un profundo respeto por las plantas, animales y todo ser vivo.
Han pasado más 55 años desde que te conocí y sigues habitando dentro de mí y ahora como tú vivo en un bosque junto a mi amada.
Muy chulo el final. Buena forma de emular a Robín ;)
ResponderEliminar¡Cuántos recuerdos después de leerte, Antonio! Me acuerdo de los comics de Conan, mi héroe favorito. Su carácter apacible, su belicosidad solo cuando era necesaria, su descomunal fuerza.... Con solo cerrar los ojos le tenía a mi lado. Un abrazo.
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