Mario inventó un juego para aliviar el cansancio que advertía en los
ojos de Nieves. Propuso atribuir a cada mes una característica que
considerase especial. Y que, para hacerlo, empleara algún objeto o
calidad. Así, bastaría con una palabra para jugar sin cansarse aún más.
Ella sonrió. La idea no era mala le decían el océano de sus ojos.
Empecemos pues, se dijo muy ufano. Era agosto.
Con la dificultad que crecía cada día en la misma proporción que crecía sus arengas, Nieves dijo “¡farolillos¡”. Le llevó un tiempo que en otras personas parecería largo. No exclamaba su voz de pajarito herido, eran sus ojos marinos. A Mario le gustó la elección y recordó las verbenas veraniegas junto al puerto del pueblo de pescadores donde nació. Y exclamó a su vez “¡fiesta¡”. Y luego Nieves murmuró “música” y su amigo la acompañó con “voladores”. Así siguieron hasta que Flor, siempre prudente, con una voz cálida, dijo la suya: “siesta”. Y los tres se rieron. Nieves despacio, apenas un susurro; Mario como un volcán y Flor con la paciencia de sus manos expertas que prodigaban cada día los ejercicios imprescindibles.
Nieves ya no está, se fue en agosto, o eso dicen, aquí están las palabras. ¿Cuáles son las tuyas, piadosa lectora?
Con la dificultad que crecía cada día en la misma proporción que crecía sus arengas, Nieves dijo “¡farolillos¡”. Le llevó un tiempo que en otras personas parecería largo. No exclamaba su voz de pajarito herido, eran sus ojos marinos. A Mario le gustó la elección y recordó las verbenas veraniegas junto al puerto del pueblo de pescadores donde nació. Y exclamó a su vez “¡fiesta¡”. Y luego Nieves murmuró “música” y su amigo la acompañó con “voladores”. Así siguieron hasta que Flor, siempre prudente, con una voz cálida, dijo la suya: “siesta”. Y los tres se rieron. Nieves despacio, apenas un susurro; Mario como un volcán y Flor con la paciencia de sus manos expertas que prodigaban cada día los ejercicios imprescindibles.
Nieves ya no está, se fue en agosto, o eso dicen, aquí están las palabras. ¿Cuáles son las tuyas, piadosa lectora?
Vida... aunque a veces muy, muy jodida.
ResponderEliminarPues así sin casi pensar creo que Nieves lo que hizo no fue marcharse a ningún lugar desconocido en todo caso solo regreso al lugar de donde venia, a la profundidad del océano que imitaba tan bien el color de sus ojos, o quizás voló buscando una nube para desde allí contemplar como sus amigos dejaban volar su pensamiento para que pudiera llegar hasta ella. Nieves estaba cansada...por eso dejó a sus amigos todo lo que tenía y no podía llevar con ella en su viaje. Precioso, emocionante y dulce, gracias amigo Julián
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