Algo se deslizó desde sus dedos y estrujó entre las manos, cuando su boca dibujó una sonrisa triunfal, y pronunció: ¡Eureka! Llevaba días martilleando en su cabeza tantas ideas como tempestades caídas a destiempo en un gong, y como esas decisiones apenas meditadas, pero impacientes, que no quieres que el miedo las rechace, ese miedo tan tuyo, tan casto que apenas te desnuda el alma...; y llamas a Deidre, una bonita pelirroja, y la dices que sí, que os vais a Wexford, en el sureste de Irlanda, a conocer a su familia; aunque maldita la gracia que te hace verla, todos los días, bajo una cortina de lluvia, la triste lluvia de tus días.
Me voy, sí, y allí, el destino dirá ...
Valentina, qué bien has plasmado ese momento decisivo en el que uno toma la decisión (valga la redundancia) o la decisión le toma a él, más importante de su vida: compartir, bajo la lluvia perenne, una vida con otra persona. Espero que se adapte, porque si no......
ResponderEliminarUn enorme abrazo.
Pues fuera dudas y miedos...Carpe Diem..no?
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