Verde, mientras ella suelta el embrague, el conductor del coche de atrás
pulsa desenfrenadamente el claxon; en ese mismo momento en África, una
madre carga sobre su cabeza un bidón verde con veinticinco litros de
agua, con la esperanza de que su marido haya encontrado algo de comida
con la que alimentar a sus hijos.
El azul turquesa del agua deja ver el lecho marino y la playa aparece con sus finas arenas, parece ser un lugar espléndido para atracar, aunque algo no va bien, la nevera no ha enfriado el vino; en la otra punta del Mediterráneo, en Gaza, el azul del cielo se tiñe del polvo y humo por las bombas estalladas mientras unos voluntarios que hacen de bomberos apagan el fuego.
Una hilera de camellos cruza el amarillo del desierto que llega hasta el horizonte y en el centro comercial, un hombre duda atendiendo al amarillo de la joya que elige para su amante.
Es cierto que “Cada vida merece ser una novela” como el título del libro de Erving Polster, un mismo color, distintos héroes y circunstancias, no sé si podemos elegir, aunque siempre podemos abrir la mirada.
El azul turquesa del agua deja ver el lecho marino y la playa aparece con sus finas arenas, parece ser un lugar espléndido para atracar, aunque algo no va bien, la nevera no ha enfriado el vino; en la otra punta del Mediterráneo, en Gaza, el azul del cielo se tiñe del polvo y humo por las bombas estalladas mientras unos voluntarios que hacen de bomberos apagan el fuego.
Una hilera de camellos cruza el amarillo del desierto que llega hasta el horizonte y en el centro comercial, un hombre duda atendiendo al amarillo de la joya que elige para su amante.
Es cierto que “Cada vida merece ser una novela” como el título del libro de Erving Polster, un mismo color, distintos héroes y circunstancias, no sé si podemos elegir, aunque siempre podemos abrir la mirada.
Antonio, tienes razón: ¡qué esférico es nuestro planeta! Todo, hasta los colores, tienen ida y vuelta, y un revés que no siempre nos gusta. Un placer leerte y un placer que siempre invites a pensar. Un abrazo.
ResponderEliminarY abrir el corazón...
ResponderEliminarBonito relato, Antonio. Que dispares son las circunstancias de la vida de cada uno de nosotros y cuantos héroes anónimos portan a sus espaldas bidones de "agua" cada día para poder sobrevivir, mientras otros esperan se enfríe el vino en la nevera. Un abrazo
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