Querido hermano: cuando me
preguntaron de qué país era mi música, me emocioné. Pensé en vosotros, en la
aldea, en los dos años viviendo como una piedra, sólo con mi sombra, sin
papeles, ni país, ni nombre, ni sitio donde esconderme por el día, viajando de
noche, sediento, y todo para llegar a alambradas hirientes, para cruzar mares
embravecidos en patera, aterrado, rogando con desesperación que la policía nos rescatase.
Pero llegué y, gracias a nuestra música, tengo papeles y trabajo, poca cosa,
pero vivo. A los españoles les encanta los ritmos del folklore camerunés, así
que practica, habla con los ancianos, valora sus palabras, tú que aún puedes, enriquécete
con sus historias, ponles música. Mientras, ahorraré para que vengas. Cuida de
mamá y de los pequeños.
Os quiere, Beni.
Emotivo relato, Rosa; que esferica es nuestra casa, que esferico es nuestro planeta. Un abrazo
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