Al llamar a la puerta del caserón esta se abrió, el artista dolorido entró refugiándose de la fuerte lluvia y viento, a la izquierda de la estancia vacía una amplia escalera se alzaba, él siempre había querido subir a lo más alto como cuando se aprovechó del amor de la marchante de arte, que nunca se recuperó del abandono una vez que él consiguió la fama.
Ahora sentado en el suelo apoyado en la pared, qué lejanos le parecían los aplausos recibidos en la cena de su homenaje, en su mente resonaba la nefasta decisión por no haber dicho que no al ofrecimiento de esa última copa.
Fuera, la tormenta ha dejado paso a la calma y el coche calcinado es ya solo una mancha negra junto al árbol destrozado. Dentro, sus costillas rotas por el impacto con el volante han destrozado sus pulmones, notando cómo la vida se escapa así recordó su lucha por ser valorado y cómo en la batalla olvidó su verdadero valor, ese valor intrínseco que nadie le puede dar ni quitar, el valor que tiene todo ser nacido solo por ser, el valor de un bebé.
Con la conciencia de ser, escuchó el silencio de los no aplausos y el sonido de su mente se unió a ellos.
Relato realista de como todo puede cambiar en un instante de nuestras vidas y al ver el resultado de nuestras torpezas, entonces nos acordamos de Santa Bárbara: !No tenemos arreglo!
ResponderEliminarUn abrazo
Relato realista de como todo puede cambiar en un instante de nuestras vidas y al ver el resultado de nuestras torpezas, entonces nos acordamos de Santa Bárbara: !No tenemos arreglo!
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