Empezamos septiembre, noveno mes del año gregoriano y séptimo del romano, con una advertencia: preparad gafas y aletas para las mareas vivas que llegarán con las lunas llenas de vuestros microrrelatos, pues borrarán las orillas, engullirán las playas del blog y, tal vez, inunden las teclas de vuestro ordenador.
Para que eso no suceda, os lanzo, a modo de salvavidas, unos consejos muy útiles de Raul Brasca, un maestro en esto de la minificción, para que os dejéis llevar y disfrutéis de la deriva.
CONSEJOS A UN BUEN MICROFICCIONISTA. Raúl Brasca
1) No te ajustes a definición
alguna, la microficción no ha sido aun domesticada, pero lee mucho y bueno para
vislumbrar de qué se trata.
2) Dispones sólo de dos
materiales: las palabras y el silencio, y debes lograr que ambos sean igualmente
significativos.
3) Esfuérzate por escribir con la menor
cantidad de palabras y la mayor cantidad de silencio, pero asegúrate de que tu
microficción contiene las claves imprescindibles para ser comprendida. Si has
logrado eso, detente: considera al lector tan inteligente como tú.
4) Cuida la calidad de tus
palabras, la arquitectura y la música de tu microficción. Mucho más que la
novela y el cuento, y casi tanto como el poema, la microficción alcanza su
potencia por medio de la forma.
5) Cuida la calidad de tu
silencio, si es elemental y falto de sustancia, tu microficción será una pieza
menor que decepcionará a los buenos lectores.
6) Si has cumplido con los puntos
anteriores, despreocúpate del final pero preocúpate por la última línea. El
final es el sentido y lo produce el lector, pero tu última línea debe
habilitarlo para que lo haga.
Tomo nota de tus buenos consejos.
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