Al menos en mi jardín, son los ciruelos los primeros árboles que parecen desperezarse de su letargo invernal. Se asoman tímidamente con unas puntas blancas desde sus herméticos brotes, como los periscopios de los sumergibles, tratando de saber que hay ahí fuera. Después, una vez que se cercioran que el ambiente es el correcto, despliegan y convierten esas puntas blancas en ramilletes de pequeñas hojas, configurando una impresionante simetría de formas y colores que atraen a los primeros insectos.
Cuando los observo parecen decirme, con cierto orgullo, que son los “machos alfas” que animan al resto de sus congéneres en el despertar de la vida. Pronto le siguen los rojiblancos almendros, los presuntuosos cerezos o los exuberantes membrillos… El jardín, poco a poco va cambiando los ocres invernizos en los blancos primaverales y el ciclo vuelve comenzar, sin tener ni idea del porqué…
Que bonito tu jardín, Antonio. Espero que la primavera siga despertándonos con sus colores. Un abrazo
ResponderEliminar