"¿Cómo se llama el pintor de este cuadro?- No sé, respondió la joven.
Cerré los ojos y me dormí. Estaba en una playa rodeada por acantilados de cien metros de altura. El sol estaba cubierto por nubes grises y oscuras. El viento en calma presagiaba tormenta. En una punta del acantilado cayó un rayo sobre un viejo castillo.
Intenté salir de allí pero la arena de la playa se hundía sin dejarme salir. Aparecieron un par de barcos con velas sin nadie en cubierta; grité y el eco devolvía mis palabras distorsionadas.
Empezaron a caer cuerpos desde los acantilados; hombres y mujeres que conocía:
El pescadero, la mujer de la oficina de Bankia, el hombre que pide en el semáforo, un compañero del trabajo, la doctora de mi madre, saltaban sin sentido como queriendo andar por el vacío.
Me lancé entre las olas para salvar a alguien, pero ellos flotaban con los ojos cerrados. Apareció una mujer navegando en una concha gigante con cara triste viendo los cuerpos flotar en un mar de colores ocres. Era Cecilia una chica con la que estuve saliendo un mes hasta que se fue de voluntaria a El Congo con Médicos del Mundo.
Me desperté y recordé el nombre del cuadro: ‘El Mar Encantado’ de Henry Arthur Payne.
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