El otro día vi a mi amiga llorar de alegría, y sus lágrimas me parecieron tan genuinas y llenas de emoción como si fuesen perlas recién sacadas del mar.
La niña de Lupe, ¡por fin había logrado su sueño! Después de largos años de estudio y de horas interminables pegada a su piano, había conseguido dar su primer concierto con el teatro a rebosar.
Algo similar me ocurrió hace algún tiempo, cuando, por casualidad, abrí una de las múltiples cajitas que guardo en la cómoda de mi habitación con diversos recuerdos, y me encontré que contenía un pañuelo. Lo tomé en mi mano, con delicadeza, y lo olí. En aquel momento un cosquilleo recorrió todo mi cuerpo y, sin apenas pensarlo, lo besé al tiempo que se me escaparon un suspiro y un par de lágrimas, que se abalanzaron desenfrenadas hasta la comisura de mis labios. Instintivamente pase la lengua para atrapar el par de gotitas salidas de lo más íntimo de mi ser y me sorprendí al notar su sabor dulce:me acordé de alguien y de Lupe.
Emotivo relato contado paso a paso para darle intensidad. Bien hecho, Almudena. Siempre es un placer leerte,y este mes, además, sentirte. Un abrazo.
ResponderEliminarTodo un relato de nostalgia. ¡Me ha encantado Almudena!
ResponderEliminar