A las nubes les interesan
mucho nuestras cosas. Su curiosidad es tal que no pueden evitar disfrazarse de niebla y toquetear con sus gotitas todo
lo que encuentran a su paso. Así aprenden contornos, miden longitudes,
averiguan formas e investigan texturas para luego reproducirlas en el cielo
azul.
Cuando veo la niebla me
sumerjo en ella y respiro profundamente, hinchando bien mis pulmones hasta convertirme
en un molde. Luego espiro con fuerza y espero, impaciente, a que las nubes me
dibujen. Por fin, ahí estoy, detrás de un perro lanudo y una ballena jorobada que a
saber en qué océano han encontrado. Distingo perfectamente mi pelo rizado, la
cara ancha, mi enorme nariz a la deriva. Me encanta ver cómo el viento deforma
mis rasgos y me río a carcajadas cuando un águila, sin ningún respeto por mi
cerebro, atraviesa mi cabeza entrando por un oído y saliendo por el otro.
(emociones: curiosidad y alegría)
Ahora comprendemos porque eres la jefa de los microrrelatos. Precioso relato, Rosa, aunque estoy seguro que cualquiera de nuestros lectores puede atreverse hacer uno sin llegar a este nivel tan poético, porque lo importante es que cada uno exprese con sus armas de letras lo que le ronda por la cabeza. Fantástico!
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo, Antonio. Cada uno es quien es, y como tal escribe y aquí valoramos todo, sobre todo, las ganas de contar. Muchas veces hemos comentado la gran calidad y humanidad de las historias que nos envían. Y esa es una de las principales razones por las que estamos aquí, ¿verdad? Un abrazo y gracias.
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con Antonio. Es un magnífico relato lleno de poesía e imaginación. Espero que sigas escribiendo porque es un placer leerte y un ejemplo magistral del tema propuesto. Yo intentaré escribir uno en breve gracias a tu inspiración, maestra. Besos y abrazos
ResponderEliminarPreciosa poesía hecha relato, al leerlo descubrí como un lobo grisáceo recorría mi cuerpo y calentaba mi corazón. Gracias por despertarlo.
ResponderEliminarNo puedo añadir nada a lo ya dicho, solo que... ¡te dejes leer más!
ResponderEliminarUn beso grande
A veces la niebla no deja ver el camino, y sientes ese frío que al entrar por todos los poros de tu piel te paraliza...
ResponderEliminarGracias a tu relato ya tengo la solución: dejarme moldear hasta llegar al cielo...jejeje