Mi
reloj interno se ha disparado y no tengo tiempo. Tiempo para conocer a quien le
gustara oír historias del abuelo. No tengo tiempo para seguir disfrutando al
lado de mi amor. Tiempo, tiempo vivido y pasado y el tiempo futuro cual hoja en
otoño se va volando.
Se
va marchando mi tiempo, derramándose lentamente al río imaginario de la vida. Lo
veo flotando en mi universo como gotas de agua que escapan entre mis dedos con
mis recuerdos.
No
tengo tiempo, tiempo para seguir amando, tiempo para compartir miles de
buenos momentos.
El
tiempo pasa inexorable, colapsándose, para al final, explotar y volver a
dirigir otra nueva vida. No tengo tiempo de ver la evolución a mi alrededor.
Tiempo, años, meses, semanas días horas... todo son fracciones de nuestra vida
que vamos llenando de vivencias.
Al
final, ¿qué es el tiempo? Solo una nave que nos recoge al nacer y nos
transporta por la vida y al final nos abandona suavemente en la cuneta donde
pensamos que “algo” nos volverá a recoger, ¿no? que cada cual se configure su
trayectoria.
Gracias por este hermoso texto, por esta colaboración tan entrañable, casi filosófica. El tiempo es vida, es lo único que se va y, por ello, hay que vivirlo minuto a minuto. Y es bueno que alguien nos lo recuerde de vez en cuando. Así que gracias. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias y otro abrazo para ti Rosa
ResponderEliminarPienso que de las tres palabras importantes que definen el tiempo: el mañana, el ayer y el hoy, solo la última merece la pena tenerla en cuenta: las otras dos, tan solo están en nuestra mente y son difíciles de saborear. Un bello relato
ResponderEliminarUn relato muy sincero, bello y filosófico. Como dicen mis compañeros hay que vivir el hoy, minuto a minuto, porque si no ponemos consciencia en nuestra vida, se nos va a todos sin darnos cuenta. Y yo, ahora, estoy disfrutando de tu relato y espero seguir leyéndote. Gracias, Ángel.
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