No era un sueño, tampoco la
consecuencia de un naufragio, pero ahí estaba yo, metido en esa isla, solo pero
no incomunicado. El asunto consistía en cómo establecer contacto con el exterior.
Aunque estaba lleno de instrucciones,
información, advertencias, elaborados
teóricamente de una inteligente forma para que su comprensión resultase
intuitiva, o no los descifraba, o no conseguía seguir la secuencia lógica, o
caía en un bucle del que no podía salir, cual laberinto con caminos crípticos e
inescrutables.
El panorama, pese a la belleza,
el colorido y los sonidos extraños pero
no desagradables, contribuían,
paradójicamente, a aumentar la inquietud frente al desamparo e impotencia que yo
sentía en ese medio que hasta por momentos se me hacía hostil.
¿Para qué habría aceptado la
oferta de cambiar por un móvil más moderno?
Si tienes whatsapp estás vivo...
ResponderEliminarAl menos en este mundo virtual.
Muy original...
Se lo que sientes. A mí me pasa lo mismo montones de veces y sin ir a ninguna isla. Muy bueno.
ResponderEliminarGenial. Me he sentido muy identificada con tu isla misteriosa de "caminos crípticos".
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