Desde hace más de cuarenta años, cuatro amigas se encuentran todos los años en el cuarto plenilunio de cada año bajo el pórtico del templo abandonado cercano al pueblo donde vivieron su infancia. Las miradas chispeantes recuerdan como su inocencia pasó a ilusión y sus voces hablan de la transformación de esta ilusión en esperanza, que más tarde se desesperó con el desengaño y ahora es pura frustración.
Ellas van absorbiendo luz de luna y el infortunio va escapando de sus bocas cual ramas de retama y ellas, ahítas de luz de luna, cabalgan la noche plateada del plenilunio a lomos de su inocencia perdida.