Siempre hubo enfermedades que tiene a los que las padecen sujetos a un mueble. Hoy es corriente la silla de ruedas o artilugios más complejos, pero durante siglos ha sido la cama el punto de amarre del enfermo.
Podemos imaginar una cama al pie de una ventana en un pueblo andaluz, ni grande ni pequeño, desde donde se ve un huerto de higueras y el camino que conduce a la fuente, por donde subían y bajaban las recuas de burros que abastecían al pueblo, no había agua corriente, a cuatro cántaros por burro. Solo una vez se alteró el escenario, aparecieron nuevos actores que talaron el huerto para hacer un grupo de casas.
La información del resto del mundo exterior era lo que contaban hermanos y amigos, que disfrutaban de una libertad y unos alicientes que no tenían en la ciudad. El castillo, la iglesia, el huerto de la casa, el molino, la fuente, los burros, las gallinas, los cernícalos del tejado de las monjas, todo se veía desde la cama a través de la ventana de sus relatos.
Cuando más de cincuenta años después volví al pueblo y recorrí los lugares que no estaban detrás de la ventana, me resultaron familiares. Eran exactamente como los vi a través de los relatos de mis hermanos.
Muy descriptivo y haces fácil, a través del relato, imaginarse ese pueblo de un tiempo pasado. Enhorabuena
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el transcurrir de la vida en un pueblo andaluz y la sorpresa final, todo a través de las narraciones de los hermanos del/la protagonista. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarUn beso,
Belén