Día de niebla. Los dos cedros desde mi ventana se mueven: uno, de ramas largas, que parece languidecer, de pronto se mece con la elegancia de una danzarina al compás de la lluvia y el tímido viento; el otro, de ramas cortas piensa que ya se moverá con esa gracia. El pino de Valsaín que está al lado mira sin perder ripio la danza, y sus hojas en forma de agujas se abrazan erguidas en racimos diciendo: "aquí estoy, de aquí no me muevo". En la tarde los grajos se juntan en sus copas y, contemplándolo, Dolores siente que se ha desprendido de la carga de superstición que había en ella, no puede decir en qué momento salió el mal augurio, como los gatos negros o los pájaros de Hitchcock que tantas pesadillas le dieron. Dolores contempla la escena muy tranquila desde la habitación del Hospital de rehabilitación en la sierra. El horizonte cambia todos los días, se mueve, como ella y sus pensamientos.
Blog para enfermos, familiares, voluntarios y miembros de AdEla. El jurado valorará la historia, contenido, imaginación y creatividad y NO tendrá en cuenta la puntuación, ortografía ni formato, pues sabe las dificultades de algunos de vosotros para escribir. También puedes comentar microrrelatos ajenos con respeto y crítica positiva. Lee los microrrelatos publicados para que te anime a empezar. ¡Suerte!
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Buen nombre -Dolores- para la protagonista y tuve que buscar “ripio” a ver qué carallo de adjetivo es… Bs - Soy Rafa-
ResponderEliminarAsí hacen los buenos escritores: mostrar, a través de la naturaleza, lo que sienten, lo que les inquieta. Pues nada, Valentina, aquí estamos, deseando asomarnos contigo a la ventana. Qué placer leerte siempre!
ResponderEliminarDesde luego el sentido de la vista es uno de los que más posibilidades nos ofrece. Y Valentina ha compartido una a través de esa descripción del paisaje que nos hace Dolores, la protagonista. Y me ha gustado mucho esa frase final tan cierta. Podemos mirar mil veces un mismo paisaje pero siempre será diferente y también lo que nos hace sentir y pensar.
ResponderEliminarGracias Valentina por tu relato.