Todas las noches mi abuela teje, su mirada perdida, las agujas sabias.
- Abuela, coma
Y ella punto y punto.
- Coma
Y punto, punto.
- ¡Coma la sopa que se enfría!
De pronto, me mira extrañada.
- ¿De qué es?
- De letras como a usted le gusta.
- ¿Y aprenderé a leer?
- Podrá leer los sueños y, si no sorbe, soñará en verso.
Me sonríe sin dientes y se acuesta feliz, con el estómago y la cabeza llenos de letras.
Con hambre de su afecto, maldigo su olvido de mí y, en compañía de los muebles, llenos también de cicatrices de olvido, decido escribir un rato.
Dicen que escribir está relacionado con estar solo. Yo creo que es estar con mi abuela, olvidando su olvido, deseando que, en sueños, diga mi nombre.
Por mi parte, Rosa, punto en boca que no quiero estropear la magia de tus letras. ¡Precioso!
ResponderEliminarMe ha encantado el diálogo, qué maravilla de relato. Enhorabuena!!
ResponderEliminarSencillamente hermoso. Conmovedor, original, cariñoso...muy cariñoso. Podría seguir hasta doscientas palabras y sería mi colaboración de este mes pero me da que no te alcanzaría Rosa....
ResponderEliminarMe ha puesto triste, pues he recordado los últimos cuatro años de mi madre. No se lo deseo a nadie. Buen micro Rosa.
ResponderEliminarQué bonita lluvia de palabras y recuerdos Rosa. Vaya generación de luchadoras incansables... por eso no me rindo nunca( o casi) siguiendo los recuerdos de mi madre y de tantas como tu abuela. Bs
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