No le hicieron falta ni dragones ni caballos, tampoco espadas ni ejército alguno para hacerse con el trono hogareño. Le ha bastado el encanto de su sonrisa y la ternura de sus manos regordetas extendidas hacia ti para que la tomes en tus brazos y sientas su calorcito cerca del corazón y así, por el arte de su magia, le susurres todo tu amor.
No tenemos la certeza de que la haya enviado San Valentín, pero lo que sí sabemos es que es una diosa del amor.
Sonrisa y ternura, ¿Quién se resiste? Sea bienvenida esa diosa
ResponderEliminarVerás cuando crezca... (aquí va la cara de un diablillo)
ResponderEliminarHay que agarrar el amor allá donde esté, sin preguntas ni exigencias. Bonito relato, Belén.
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