No
todo el mundo puede decir que ha tenido y querido a dos suegras en su vida. Yo,
no solo puedo decirlo, sino resaltarlo, porque mientras una gran parte de los
hombres, (no todos), reniegan de sus madres políticas, yo quiero homenajearlas.
Me
casé con sus respectivas hijas por amor, y ambas venían con sus madres. A la
primera, Maureen, la encontré en aguas frías inglesas, y a la segunda en
tierras cálidas castellanas. Las dos eran mujeres de carácter; sobre todo la
primera. No fue fácil, al principio, que me perdonara por haberle “robado” a su
tesoro a tan temprana edad, pero con el tiempo llegamos a comprendernos y querernos.
Terminó siendo una mujer importante en mi vida, que me enseñó a no rendirse
nunca y no tener miedo de nada: una superviviente de la segunda guerra mundial.
Falleció en el Hospital de la Paz y
estuve a su lado en sus últimos momentos, agradeciéndonos el habernos conocido
en la vida.
La
segunda la conocí, ya en su declive de edad, que no de mentalidad. A esta me
fue más fácil entrar en su mundo, porque todo era amor en ella. Llegar a casi
cien años sonriendo y con gran sentido común, supongo no es fácil. Sin embargo,
Almudena, lo hacía con naturalidad y aquello me enganchaba de tal manera que,
siempre preferí sus conversaciones a las de cualquier otro miembro familiar. A
través de los microrrelatos de adELA, tuvimos una gran complicidad que duró
hasta que, hace unos días falleció, no sin antes haberme entregado su último
micro de despedida, y pedirme cuidara de su hija, sin olvidarnos de frotarnos
la espalda cada noche en la cama. Sus últimos suspiros los dio en el Ramón y
Cajal.
En
definitiva, dos grandes y extraordinarias mujeres de diferentes culturas, que
alimentaron mi existencia y que dieron su último adiós a pocos metros la una de
la otra.
¡Qué grandes aventureras!
Siempre queda el recuerdo de los seres queridos para alimentarnos con su sabiduría y buen corazón, la vida no tendría sentido si no aprendemos de los demás; a veces las cosas pequeñas pasan desapercibidas y son grandes cosas, aunque yo sé que a tí se te pasan pocas cosas. Un abrazo
ResponderEliminarja, ja. Quizás me fijo en las pequeñas cosas, que se me pasan las grandes.
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