“¿Qué día será hoy?”. – Dijo Alonso como todas las mañanas.
“Jo, cómo me gustaría volar.”. - Dijo con una sonrisa Celeste.
La luz ceniza, filtrada por las nubes, contrastaba con los colores de los neones de la gran ciudad. Unas grullas en formación de flecha flotaban entre nubes que ocultaban el color ocre del ocaso.
La luz ceniza, filtrada por las nubes, contrastaba con los colores de los neones de la gran ciudad. Unas grullas en formación de flecha flotaban entre nubes que ocultaban el color ocre del ocaso.
“¿En qué estación estamos?”. – Preguntó Alonso.
“Van muy rápido, ya no se las ve”. – Dijo Celeste. Señalaba con el índice el lugar del cielo por donde habían pasado. “Se van de vacaciones”.
Alonso seguía tumbado en la hierba, cobijado por varios arces, la cabeza le iba a estallar. “¿En qué estación estamos?”.
“Es otoño, ¿No oyes la música de las hojas cuando caen...?”. – Dijo Celeste sonriéndole.
Una hoja roja voló delante de Alonso y Celeste. Se miraron con los ojos enamorados de hace muchos otoños. Sus manos se fundieron como la lluvia y el mar; como aquella primavera de 2018 en el Retiro; donde Alonso firmaba su libro ‘No hay tiempo’ y la mirada de Celeste entre la multitud, como un faro en un desierto, le robó el corazón para siempre.
Alonso recuperó de repente la mirada pícara, llena de sabiduría y acercó su boca a los labios de Celeste.
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