"Madrid, no es solo una ciudad, sino también el nombre de un gran amigo que ya nos abandonó hace unos años. Al parecer le bautizaron así cuando alguien le dejó a las puertas de un orfanato a los pocos días de nacer. Posiblemente, esa circunstancia, le ayudó a crecer y valerse por sí mismo posteriormente a lo largo de su vida.
Recuerdo que en la universidad jamás mostraba un atisbo de indecisión ya fuera con los exámenes o corriendo delante de los guardias en las manifestaciones estudiantiles de entonces: parecía estar hecho de otra pasta y desconocer el temor ante cualquier revés del destino. Nuestra amistad duró muchos años y ya estando ambos jubilados le sobrevino una enfermedad incurable de la que no se repuso, pero no por eso cambió su carácter, su determinación o sentido del humor.
Uno de sus últimos días, cuando le acompañaba como un simple voluntario y amigo, me atreví a preguntarle si sentía miedo. Mi sorpresa fue escuchar que estaba aterrorizado, pero que no era a causa de la muerte, sino el pensar que quizás se iría de esta vida sin haber hecho algo importante que mereciera la pena"
En la VIDA! no hay que dejar espacios en blanco, siempre hay que hacer lo que te dicta el corazón. Y dejar espacio sin MIEDO para la muerte. Terrible pero es ley de VIDA!
ResponderEliminarEn efecto Josep; el problema es que nos pasamos la vida dejando esos espacios y solo cuando empezamos a tener canas , algunos, empiezan a entenderlo y en ocasiones es demasiado tarde... Cada día estoy mas convencido que si uno se va sin esos espacios como que el momento de la muerte será más aceptado, como bien dices, como ley de vida. Claro está, que todavía estoy en eso de ir cerrando los espacios...
ResponderEliminarQué sensación tan triste, la de no haber hecho nada que merezca la pena. Pero es así, todos nos esperamos algo más de nosotros mismos. Un beso Antonio
ResponderEliminarSí, pero podemos evitarlo. Un beso, guapa!
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