Hace unos 70 años nació la televisión. Para el asombro de
todos pudimos ver, de forma simultánea, sucesos que ocurrían a muchos
kilómetros de distancia. Comenzamos llamándola “ la caja tonta”, pues dejábamos
todo por ir a verla sin importarnos lo que viéramos.
Recuerdo la primera vez. Estaba paseando a mis hijos por el centro de Madrid, cuando en una
tienda de electrodomésticos una de esas
cajas emitía una corrida de toros. Todos pegamos nuestra nariz al cristal del
escaparate embelesados con las imágenes en blanco y negro de la transmisión. De
repente, las imágenes se revolucionaron: subían y bajaban a su antojo como si
estuvieran locas. Parecía como si un toro se hubiese subido encima de un árbol,
o el torero volara con su estoque…Aquello nos producía una enorme risa
contajiosa.
Ha pasado mucho tiempo, pero no dejo de asombrarme al ver,
por ejemplo, cómo los médicos operan mirando pantallas arreglándonos las tripas en
un santiamén. ¡Lo ven todo!
Hoy en el Telediario hubo, al parecer, una noticia buena: “la
prima de riesgo había bajado” No entiendo ni jota lo que es, pero seguro que es
mejor que un bombardeo, un debate de los actuales políticos o de cotilleo.
¡Ay, que me cierran, y quiero comprarme el último modelo,
que dicen que es de plasma!
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