Todo comenzó en mayo donde las flores invitan al amor, él la regaló un manojo amapolas. Cris no se lo esperaba. No contaba con la delicadeza de esas manos fuertes, transformadas en suaves pétalos que se paseaba por su piel interpretando una melodía.
Marcos tenía una voz juvenil, con la que acariciaba su oído mientras tumbados en la cama sentía su pecho pegado a su espalda. Ella tenía veintiséis otoños, él casi los doblaba.
La experiencia de él se unía con la naturalidad de ella, de tal forma, que el tiempo se paraba en aquellas tardes que pasaban juntos. No había normas, ni pasado, ni futuro. Soledad o dicha; un futuro con esperanza de volver a oír la voz de él y el poder tocar la dulce piel de ella.
Marcos ya se lo había explicado; solo eran dos amantes que reinventan su vida cuando hacían el amor.
La representación llevaba en escena nueve meses. En el último acto, la chica de compañía más cotizada del momento, se negó a aceptar su dinero. Por la mejilla de Marcos se escapó una lágrima llena de recuerdos. Su corazón solitario, ajado en mil batallas no está preparado para una estocada de amor.
Antes de bajar el telón, se quita la máscara y ofrece sus labios con una sonrisa, ella acepta un último beso sin nada a cambio.
Es que el amor se cuela por todos los rincones, aunque queramos etiquetarnos la vida en mil funciones. Besos
ResponderEliminarAsí es aunque no queramos...
ResponderEliminarGracias por tu comentario amoroso jijiji
Bs