Abuelo, necesito nieve.
¿Y eso? ¡Vivimos en un desierto!, los turistas vienen a ver los duelos entre pistoleros.
Pero nevó en Abrucena.
Porque está en las faldas de Sierra Nevada. ¿A qué viene ese interés?
No es por mí, es por Bruno.
¿Bruno?
¡Jolin, abuelo! Lo conocimos este sábado.
Recordó el espectáculo del Far West, cerca de Tabernas. ¿No me digas que te acuerdas de los nombres de los bandoleros?
Bruno no es de esos. Es un oso.
Al hombre no le sorprende la proverbial imaginación de su nieta, viene de familia dice siempre Paula, su hija, y cae en la cuenta de que visitaron un zoo, con cebras y jirafas.
¡Espera!, exclama el abuelo. Te quedaste atrás, ¿Hablabas con él, verdad? Sí y me dijo que comen mucho en otoño. Luego se refugian en una cueva y duermen gran parte del invierno. La nieve les obliga a ello. Pero si en Tabernas no hay nieve, por qué hay un oso.
Necesitaremos la ayuda de Emelita, le dijo su abuelo. La mujer vende algodón de azúcar en las ferias. No es nieve, pero es dulce y a los osos les gusta mucho la miel, fue lo que se le ocurrió entonces. Algo se nos ocurrirá. Incluso podríamos decírselo a Águila Jorobada, hace de indio apache en el poblado. Tú no te preocupes.
Y Noelia sonríe. Ya sabía que su abuelo entendería su pesar.
También el oso sabía que Noelía lo entendería, supo a quién contarle su problema. A ver si Águila Jorobada nos trae nieve a todos
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