En septiembre Marga reúne en una cartulina las cosas especiales de los meses anteriores. El juego lo inventó la abuela Petra. No le gustaba su nombre porque era el de la osa encerrada en una pequeña y célebre cueva artificial del parque ovetense de San Francisco. De hecho, la primera ocurrencia de la niña Petra fue dibujar a la osa libre, en pie y con una sonrisa que más que de osa parecía de caballo. Una risa, pensaban, que podía abrir aquella cárcel injusta.
Marga dibuja un copo de nieve en la esquina de enero. A su lado febrero es un termómetro a dos grados bajo cero. Afrontan el frío con mantas y la oscuridad con fantasía porque es lo único que nunca será pobre. Para marzo ha elegido un trazo que empieza azul y acaba amarillo y que anuncia la primavera. Abril luce con una foto de María Dolores Pradera porque a la abuela Petra le encanta la canción Luna de Abril que tomó prestada de un hombre andaluz. Mayo parece con un sol tranquilo. El color será más intenso en agosto. Junio y julio son dos planetas gemelos porque a ella le gusta observar el firmamento.
Pegan la cartulina al techo para que mamá, recluida en su cuerpo, pueda seguir el curso del año. La dejaran caer en octubre porque les basta el otoño grana, ocre y amarillo. En diciembre colocará el árbol de Navidad en su habitación y juntas, por internet, elegirán la próxima cartulina.
Un mes más disfrutando de tus historias, Julián. Es todo un placer contar contigo y poder leer estos relatos tan sensibles como hermosos. Un abrazo.
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