El mundo se acababa: las guerras, las enfermedades, las sequías…Ya no había paso atrás; el hombre se había encargado de talar los árboles, de fundir los casquetes polares con lo que llamaban el progreso y todo se encadeno hacia la destrucción total.
Gracias a mi vida natural, el virus no me había afectado, pero no era agradable vivir sola a pesar de que era “relativamente” feliz en mi casita, mi huerto y mi media docena de gallinitas…Un buen día me quedé dormida y fría, muy fría. Mi alma volaba al cielo y me preguntaba si lograrían vivir mis gallinitas; al fin y al cabo tenían mucho para sobrevivir gracias a mi huertecito y mi mismo cuerpo. Ya se que me llenarían de picotazos, pero ¡a quién le iba importar ahora! Por otro lado en mi dulce sueño no podrían dañarme y ellas estarían felices. Las conocía y sabía que serían capaces de sobrevivir y comenzar un mundo diferente. Me alegraba saber que gracias al último cuerpo del ser humano –el mío- se pudo recomenzar…
Gracias a mi vida natural, el virus no me había afectado, pero no era agradable vivir sola a pesar de que era “relativamente” feliz en mi casita, mi huerto y mi media docena de gallinitas…Un buen día me quedé dormida y fría, muy fría. Mi alma volaba al cielo y me preguntaba si lograrían vivir mis gallinitas; al fin y al cabo tenían mucho para sobrevivir gracias a mi huertecito y mi mismo cuerpo. Ya se que me llenarían de picotazos, pero ¡a quién le iba importar ahora! Por otro lado en mi dulce sueño no podrían dañarme y ellas estarían felices. Las conocía y sabía que serían capaces de sobrevivir y comenzar un mundo diferente. Me alegraba saber que gracias al último cuerpo del ser humano –el mío- se pudo recomenzar…
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