…y todos nos apelotonamos en la salida del Metro esperando a que escampara. El agua bajaba las escaleras con prisa, como queriendo subir al vagón para ir lejos, mientras mirábamos la rabiosa cortina de agua que, como una jaula, nos impedía seguir con nuestros planes. Tiritando, examinábamos los paraguas que vendía en el pasillo un mantero africano, con la certeza de que valían más para quitar el sol de la coronilla que para ese aguacero.
De pronto, un hombre cayó al
suelo entre espasmos, la mano en el corazón, robando bocanadas al aire. Me
agaché, cogí su mano, y llamé al 112. Entonces, el africano atravesó el
corrillo de curiosos, le calmó, metió una pastilla en su boca y le dio masaje
cardíaco. Antes de irse en la ambulancia, el enfermero le felicitó por su saber
hacer y le preguntó qué hacía un médico vendiendo paraguas. En una guerra nadie puede elegir su futuro, le
contestó.
Todo el mundo le compró un paraguas.
Yo, además, le invité a un café. Él, a
cambio, me regaló su tiempo, largos paseos por la Casa de Campo y dos niños
preciosos, de enormes ojos oscuros.
Opino que la pequeña historia que nos cuenta este microrrelato es interesante. Daría para más. Soy partidario de potenciar la historia con giros, acontecimientos inesperados que agranden su magnitud. El microrrelato está bien logrado hasta el último párrafo, que para mi gusto sobra. Lo sustituiría como digo aportando un enfoque distinto y original al final, pues ese último párrafo es un lugar común, demasiado facilón, superfluo. Aparte creo que falta desarrollar un poco más la figura de la lluvia y los paraguas. Están bien logradas las imágenes al respecto por parte del autor. También se menciona de pasada el asunto de la guerra, que podría tener trascendencia en el microrrelato con mayor explicación, aunque solo fuera nombrando las circunstancias de un conflicto armado. Igualmente la figura del mantero africano solo se menciona por encima y no debe olvidarse que en un relato, aunque este sea breve, la figura del protagonista nunca debe escatimarse, pues siempre el personaje es el centro de la historia más que las circunstancias o las descripciones por muy logradas que sean. Un relato se basa en el personaje y en la acción. Me gustó el cuento, pero le aportaría estas cosas.
ResponderEliminarEstupendo relato Rosa. Que bien visivilizas esa realidad de muchos inmigrantes. Aun teniendo estudios y profesiones importantes han tenido que huir de sus países, por guerras o hambrunas. Y para sobrevivir tienen que aceptar cualquier trabajo, incluso de manera marginal.
ResponderEliminarGracias por tu sensibilidad.
Más de una vez me he quedado atrapada al pie de las escaleras del metro esperando a que escampara. Afortunadamente, nunca presencié un infarto en esos momentos. Desafortunadamente, tampoco me enamoré. Y aún así, esos aguaceros los recuerdo, ¿Qué tendrá la lluvia? Gracias por tu relato.
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