Papá, ¿qué es el frío?, preguntó un pequeño pingüino. Su padre, extrañado, miró la nevada planicie, el océano rugiente, el iceberg a la deriva. Todo normal. No sé, dijo, no sé qué buscar.
Se lo preguntó a una foca que, aturdida por la siesta, farfulló que nunca había visto ni comido tal cosa. Tampoco sabían las gaviotas, los leones marinos, los petreles. Un albatros, curioso, le preguntó que dónde había oído esa palabra y él contestó que a unos hombres que bajaron de un barco y dijeron: ¡Uffff, qué frío! y se marcharon corriendo aunque nada les perseguía. ¿Es un fantasma el frío?, le preguntó y el albatros se rio a carcajadas. Nos vamos de viaje, le dijo y, agarrándole con sus enormes patas, le llevó al desierto de Atacama. El pingüino rompió a sudar. El suelo ardía, la sed y el sol abrasaban, el mar no existía. Por no haber, no había ni sombra. Esto es el calor, dijo el albatros, lo contrario, es el frío. Y volvieron a casa.
El pingüino atravesó alegremente la gélida ventisca que se había desatado, y dijo muy contento: papá, papá, ya sé qué es el frío. El frío es ser feliz porque no sudas.
Muy bueno, Rosa, y espero que sea feliz por mucho tiempo, gozando del gélido frío. Si es que cada uno tenemos un punto de felicidad, esta claro. Un abrazo y feliz Navidad
ResponderEliminarTodo es subjetivo, ¿No?, Se pasó el albatros con la clase práctica, jeje, no me extraña que el pingüino notara el "friecito" del hogar al volver
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