¿Queréis un huracán, una tormenta de granizo, una borrasca capaz de engullir barcos? ¿No os son suficientes las ciudades convertidas en escombros? ¿No basta una niebla de polvo que se levanta de las tripas de un lugar a orillas del Mediterráneo ? ¿No os basta con Gaza?
Ya no hay pájaros allí porque se fueron volando en las almas de los niños muertos.
Yo prefiero hablar de los sueños. Son amables, siempre frescos, calientan los cuerpos, siembran girasoles, traen flores a nuestros ojos, cantan como la alondra. Son la prueba de lucidez de los locos, como ese aire que anuncia el otoño y comienza a alfombrar jardines y calles hasta que son barridas sus hojas amarillas y ocres.
Os pediría que no lo hicieseis, para prevenir el polvo del desastre, para atraer a los pájaros y sus melodías. Habría niñas y niños dando sentido al presente. Dejar que os vistiera el otoño con sus voces de grillo cuando un niño os abrazara.
Un vendaval de infancia quiero , que venga para que aún estemos a tiempo. Quiero vuestras voces en este rincón del mundo, con comas o sin ellas, puntos o acentos. Que vengan vuestras palabras. La soledad puede ser muy dura sin vuestra vecindad.